Constancia de corrección

Cuando corregir la tesis es un requisito para graduarte

María Mazariegos Lanseros

3/19/20244 min read

Contexto

En el ámbito académico es frecuente que se solicite que los trabajos de graduación, los informes finales de investigación o los artículos científicos pasen por una corrección antes de ser aprobados.

En Guatemala, algunas escuelas o facultades universitarias tienen una lista de correctores a los cuales referir a sus estudiantes, otras, sin embargo, no. En este caso, los estudiantes se ven en la penosa tarea de encontrar un profesional que les pueda asistir, sin tener claro quién.

Uno de los problemas que acarrea el desconocimiento generalizado de la figura del corrector es que, cuando alguien nos necesita, no sabe con exactitud qué tipo de profesional buscar ni qué características debería tener.

Puede ocurrir, entonces, que se busque un profesional que sabe mucho del tema que se ha desarrollado en el trabajo y que, además, tiene una buena redacción y ortografía. Una persona con este perfil sería idónea para una revisión de contenido, pero si lo que se está buscando es una corrección de estilo, que en realidad tiene que ver con el uso de la lengua, me temo que no será la adecuada.

También puede pasar que se busque a licenciados en letras, en lingüística o en filología (solo coma acotación, esta última licenciatura ni siquiera existe en Guatemala), carreras que, si bien forman en aspectos relacionados con la lengua y la literatura, no preparan para afrontar profesionalmente el trabajo de corrección de un texto. Con esto no quiero decir que no puedan ser correctores, y de los mejores además, lo que quiero decir es que solo haber estudiado este tipo de carreras no faculta para ejercer esta profesión.

Para respaldar lo anterior me apoyo en el Decálogo para encargar la corrección de un texto, publicado por la Unión de Correctores :

«Hablar bien una lengua no basta para ser corrector; tampoco devorar libros y sentir pasión por la literatura. Ser filólogo o profesor de lengua no es suficiente para mejorar un texto; por eso no es conveniente basarse solo en el expediente académico para elegir un corrector».

[...]

«Corregir es un oficio que requiere tanto conocimientos de lengua como la pericia de un profesional habituado a encontrar problemas en el texto y a solucionarlos».

Qué buscar en un corrector

Para empezar, es necesario que cuente no solo con una formación en letras, sino con una formación profesional en corrección, ya sea que haya estudiado una tecnicatura, un diplomado, un posgrado o que se haya formado mediante cursos independientes relacionados con la corrección.

Menciono lo de cursos independientes, porque en Guatemala, al igual que en algunos otros países hispanoamericanos, no existe instrucción formal en esta profesión, y los correctores que conozco, de los que he aprendido mucho, se han formado entusiastamente de manera autodidacta y a base de cursos o itinerarios académicos ofrecidos por instituciones de otros países, siempre y cuando les ha sido posible costearlos.

Además de la formación, es muy importante también que un corrector tenga experiencia en el ejercicio de corregir, y ¡cuánto mejor! si esta experiencia la tiene en un ámbito que engloba al tipo de texto que le queremos encargar, por ejemplo, académico, literario, periodístico, publicitario, etc.

Constancia de corrección

La constancia de corrección es una carta en la que se hace constar que un texto pasó por un proceso de corrección. Esta se entrega a la persona que solicitó la corrección cuando finaliza el trabajo.

En mi caso, la constancia que emito contiene el título del texto que se corrigió, el nombre del autor o de la autora, el tipo de corrección que se trabajó y la fecha en la que se entrega la constancia. Después del cuerpo, suscribo con mi nombre, firma, número de colegiado y número de socia de la Unión de Correctores (UniCo).

¿Por qué incluyo estos dos últimos datos?

El número de colegiado lo incorporo, principalmente, por dos razones: una, porque me lo han exigido los clientes por requisito de las unidades académicas a las que deben entregar la constancia; y dos, simplemente porque es el número de registro que comprueba que se ha estudiado una licenciatura.

Ciertamente, para los correctores que han estudiado letras o lingüística quizá tenga algún sentido, aunque, como ya expliqué, no basta para ser corrector. Además, en Guatemala, las carreras de letras se registran en el Colegio Profesional de Humanidades, un gran paraguas que abarca por lo menos a 40 carreras más, desde trabajo social, comunicación, administración de empresas hasta arqueología, por mencionar algunas.

En teoría, un colegio reúne a profesionales de determinada profesión, regula su ejercicio y da garantía a los clientes de que se encuentran ante un profesional que cumple con cierto nivel de calidad.

Ahora bien, como la corrección en Guatemala no cuenta con una formación profesional universitaria y no figura como profesión, incluir el número de colegiado en la constancia se vuelve una mera formalidad del proceso.

El último dato de la constancia, que corresponde al número de socia de la Unión de Correctores, lo incluyo, porque considero que pertenecer a una asociación de correctores, además de respaldarte como profesional, hace patente una unión gremial cuyas acciones buscan el reconocimiento de la profesión y su consolidación en el mundo laboral.

Así que ya sabes, si estás buscando un corrector para tu trabajo de graduación, espero que estos datos te hayan ayudado un poco.